Para la asignatura de psicología de la salud, se nos propuso como trabajo leer, resumir y comentar un libro que tuviera que ver con el concepto que hace referencia a la asignatura. El libro escogido fue La experiencia del dolor (2006), de Mercedes Torres y Victoria Compañ.
Al final del libro, como segundo caso expuesto, Daniel Muntanyà Puig nos habla de la artista mejicana Frida Kahlo como ejemplo de una experiencia positiva del dolor. En éste artículo se hace un resumen exhaustivo de su vida y obra, en las que destacan la presencia del profundo dolor.
A Frida le tocó vivir una existencia atormentada repleta de operaciones y largas rehabilitaciones, con un matrimonio con frecuentes altibajos que le provocaban un profundo dolor psicológico, tanto por sus amoríos extra matrimoniales como por su comprometida vida política que constantemente le metió en problemas. Incluso artísticamente vivía a la sombra de su marido y famoso artista muralista Diego Rivera. Aunque muchos críticos y artistas del momento la calificaron como surrealista dado el carácter en ocasiones macabro de su obra, ella declaró que tan solo pintaba su propia realidad, y su estilo marcó una época tanto en el arte de principios del siglo XX, como en los para entonces emergentes movimientos feministas.
Fue en 1925, con dieciséis años, cuando Frida sufrió el accidente de tráfico que marcaría su vida de forma definitiva. Un choque del camión en que viajaba contra un tranvía le provocó graves lesiones en la pelvis y la columna vertebral que le llevaron a una larga y dolorosa convalecencia. Fue entonces cuando empezó a pintar. Su dolor físico se vio agravado por los problemas económicos por los que pasaba la familia en ese momento, así como por la vergüenza que suponía para una adolescente verse obligada a llevar un, también doloroso, corsé ortopédico.
Dos años más tarde se afilió al Partido Comunista, donde afianzó la ya existente amistad con Diego, con el que se casó en 1929, cuando ella tenía tan solo 19 años. A partir de entonces, fruto de la vida artística y política de Diego, la pareja pasó varios años en Estados Unidos, donde se vió incrementada también la vida artística de Frida y donde tuvo la oportunidad de exponer por primera vez.
En 1932 Frida sufrió un aborto y el subsiguiente ingreso en un hospital como consecuencia de las secuelas del accidente de 1925, aunque los médicos le habían asegurado que podría tener hijos sin ningún problema aunque el parto tuviera que ser por cesárea. Este hecho acrecentó su desconfianza los médicos, además del profundo dolor psicológico que supone el hecho de perder un hijo deseado. Durante ésa época pintó varios de sus cuadros con mayor crudeza, como Mi nacimiento.
Otros dos años más tarde volvió a ser ingresada en el hospital donde fué operada de una apendicetomía, del pie derecho y de otro aborto. Por si fuera poco se enteró de que Diego había tenido una aventura con la hermana de Frida, razón por la cual, se separó. Debido principalmente a sus afiliaciones políticas, mantuvieron el contacto. Durante los siguientes años la artista vivió una relación amorosa con el fotógrafo Muray y una prolífera creación pictórica.
Hacía el 1939 Frida viajó a Francia donde fué hospitalizada por una inflamación renal. Entre allí, Nueva York y Méjico conoció una gran cantidad de artistas muy importantes de la época tales como Picasso, Kandinsky, Miró o Duchamp. En esa época, además, cortó con Muray y se divorció definitivamente de Diego Rivera, lo cual le provocó un profundo tormento por dar el punto y final a una relación que, aun sus altibajos, tenía un fortísimo componente emocional e intelectual. Ésta angustia fué plasmada nuevamente en sus pinturas. Un claro ejemplo es el cuadro llamado Las dos Fridas, en que se autorretrató por duplicado plasmando la tristeza y el dolor vividos en el pasado y en el presente con gran crudeza pero también, como siempre, con una gran serenidad.
Al año siguiente problemas políticos llevaron a Diego a huir de Méjico a Estados Unidos, lo cual le puso a ella en el punto de mira de las autoridades mejicanas y fue arrestada e interrogada. Poco mas tarde Frida viajó a Estados Unidos donde le diagnosticaron una infección renal y anemia. Además se reconcilió con Diego y se casaron de nuevo.
En 1941 la muerte de su padre le sumió en una profunda depresión que afectó gravemente su salud, aunque no mermó su actividad artística que, por el contrario, se vió incrementada durante los siguientes años.
Con el tiempo su salud fue empeorando y empezó a escribir su Diario íntimo, su última obra. Hacía 1944 se vió condenada a usar el corsé continuamente y sufrió gangrena en un pie, además Diego mantuvo una relación públicamente con una actriz. En 1950 sufrió seis operaciones de columna que le provocaron infecciones a causa de los injertos óseos. Pasó todo un año hospitalizada y al salir lo hizo confinada a una silla de ruedas. Tuvo que vivir ayudada de enfermeras y potentes analgésicos durante el resto de su vida, que terminó en 1954 a la edad de 47 años a causa de una embolia pulmonar, aunque hay quien hipotetiza que se en realidad se trató de un suicidio.
Como conclusión, podemos afirmar que Frida basó la mayor parte de su obra en el dolor físico y psicológico que sufrió durante su vida. Nunca sabremos si se hubiera decantado por la pintura si no hubiera tenido aquel desafortunado accidente a los 16 años, pero cuesta imaginar como sería su obra si no hubiera estado marcada por la tragedia. Probablemente, de vivir una vida apacible, el mundo habría perdido una gran artista.
No es de extrañar entre las biografías de los grandes artistas, que éstas sean tortuosas y llenas de experiencias traumáticas, pobreza, enfermedades, abuso de sustancias, y un sin fin de infortunios. Pero en la mayoría de casos es la extrema dedicación al arte, y lo poco valorado que suele estar en el momento de su creación, lo que lleva a tantos artistas a llevar una vida desdichada marcada por la pobreza. Obviamente, también los hay que disfrutan de vidas convencionales e incluso opulentas.
Pero lo que sorprende de la vida y obra de Frida es que la direccionalidad es inversa. Es la vida desafortunada lo que le hace recurrir al arte, y éste, como compensación, le inmersa en un mundo repleto de estímulos intelectuales y figuras de gran interés.
Disponemos de una gran cantidad de epístolas, así como de su Diario íntimo, gracias a los cuales podemos entender sus obras, y no calificarlas necesariamente de surrealistas (en que el mundo representado suele ser onírico) como tantos otros creían en un inicio, lo cual cambiaría completamente el sentido de sus pinturas. Muy probablemente para Frida sus obras fueran un escape, una catarsis, que le hacían menos dolorosa su condición.
El título que el autor emplea en ésta última parte del libro: “Una experiencia positiva del dolor” es, por lo menos, discutible. El dolor no deja de ser sufrido, y difícilmente se puede considerar tal hecho como positivo. Sin embargo, saber sacar fuerzas de tal experiencia y conseguir hacer algo interesante con ello, es digno de admirar.
En éste sentido me recuerda al hecho de que los buenos poetas y pintores tienen en muchas ocasiones personalidades melancólicas, o las mejores obras las realizan en épocas anímicamente de éste tipo. Para Frida Kahlo más que su personalidad o su biorritmo, son las experiencias vividas lo que le sumen en la melancolía. Es más, no hay duda de que debía tratarse de una mujer muy fuerte y decidida para ser capaz de transformar su dolor en imágenes.
Para finalizar, ilustramos con uno de sus múltiples autorretratos, en éste caso colorido y frondoso.