Y llega el día en que una aprende
que las barbaries de la represión provocan dolor durante siglos,
que la envidia hace daño a ambos partícipes, aunque el envidiado desconozca su condición,
que cuando a unos les hace falta volar a otros les hace falta tocar la tierra,
que para continuar el camino hace falta soltar los lastres,
y que muchas veces, para conseguirlo, hace falta ayuda.
Espero, entonces, a partir de hoy
romper el cinturón que me constreñía,
borrar el odio del que fui, sin saberlo, objeto,
tocar con los pies a tierra mientras mi cabeza siga volando,
poder seguir, ligera, mi camino,
y saber donde pedir ayuda si la vuelvo a necesitar.
Gracias.